Ocho años metido en un puto agujero, sin ventanas en las paredes, sin sol y trabajando sin descanso.
Enmarcando. Modelando. Restaurando. Pintando.
– ¿Para qué?
Para que ese cuadro que yo enmarco transforme ese rincón de tu casa en algo más que cuatro paredes vacías… en algo que cuenta tu propia historia.
Para que tus ideas, tus sueños (y hasta tus locuras) cobren vida en algo que durará más que tú, que yo y que todos.
He pasado ocho años sin sol en las manos, preparando este momento.
Leyendo, estudiando y modelando para poder sacar la cabeza del del puto agujero y poder respirar.
Como una crisálida que aguarda pacientemente el momento de desplegar sus alas y volar.
Ocho años en los que mis compañeras eran las ratas que escuchaba correr por las cañerías de desagüe por encima de mi cabeza mientras yo modelaba mis Xculturas.
Hoy es ese día.
Aquí te voy a contar lo que nadie cuenta: procesos, errores, y por qué mis clientes terminan presumiendo de tener una Xcultura que no existe en ningún catálogo.
Lo que vas a encontrar aquí son historias de cómo una idea loca se convierte en una Xcultura real…
— Que termina en la casa de tu amigo y que no pierde la oportunidad de presumir cuando llegan visitas.
— O plantada en medio de tu ciudad o pueblo para que cualquiera que pase por delante se detenga, levante la cabeza y diga: «¿Quién coño habrá hecho esto?». Y entonces alguien responde tu nombre. O el mío. O el nuestro.
Pero te lo digo desde ya: no soy perfecto.
A veces me retraso porque trato cada Xcultura como si fuera para mí.
Porque, al final, lo que hago no es un simple encargo más; es algo que lleva mi firma, mi huella, mi esencia… y si no va a hacer que la gente se quede mirando, prefiero no hacerlo.
Por eso, cuando termino la Xcultura, la gente no solo la mira: la recuerda.
Y precisamente por eso hoy ya no me eligen a mí.
Ahora soy yo quien elige a mis clientes.
Si estás leyendo esto, no es casualidad.
No trabajo para cualquiera y no trabajo con quien no valore lo que hago, ni lo que representa.
Porque mi trabajo no es solo Xculpir.
Es dejar huella.
Es hacer algo que no te atreverías a soñar si no me tuvieras al lado.
Poder transformar tu idea en algo que no solo esté por estar…
sino que haga que alguien cuando lo ve, te diga:
—“¿Esto… qué es?”
Y tú respondas con media sonrisa:
—“Esto… soy yo.”
Porque una Xcultura no es solo piedra, metal o madera.
Es una forma de decir: yo estuve aquí.
Es una forma de ser recordado sin hablar.
Y sí, lo sé:
No todos lo entienden.
Pero tú sí.
Porque esto no solo se compra con dinero. Se compra con visión.
Y eso… a algunos, nos pone.
Si crees que cumples con las condiciones y que podemos hacer algo grande juntos, perfecto.
Respóndeme y hablamos.
Si no… no pasa nada. Yo seguiré haciendo lo que hago, Xculpir y contártelo.
A partir de ahora, estás dentro de mi mundo.
Mañana te cuento cómo un cliente me llamó loco… y acabó con su Xcultura encima de un tejado.
A pasar buen día
Óscar Aragón Xculptor.
Convierto ideas imposibles en Xculturas.